La búsqueda de exoplanetas es relativamente reciente, sin
embargo, a la fecha, ya se ha constatado la existencia de al menos 800 de ellos,
número que se acrecienta rápidamente en la medida que se perfeccionan las
técnicas e instrumentos empleados.
De aquel cosmos que se reducía a la tierra,
como su centro, con una esfera celeste a la que estaban fijas las estrellas y “vagaban”
algunos planetas (cinco), el sol y la luna incluidos, al que conocemos hoy, con más de
13.500 millones de años luz de tamaño, cientos de miles de millones de galaxias
con, a su vez, cientos de miles de millones de estrellas cada una, hay una diferencia de escala tal que nos obliga a la humildad y a la fascinación de
sabernos una infinitesimal parte de una creación que nos excede
por completo.
Lo cierto es que, más allá de que los planetas similares al nuestro
puedan ser numerosos en virtud de las dimensiones del universo, la
ciencia puede afirmar hoy que no son frecuentes, ya que las condiciones que hicieron
posible la vida en la Tierra, tal como la conocemos, son muy particulares y
pequeñas variaciones, tal como lo demuestran los casos de Venus y Marte, pueden hacerla imposible.
Tal
vez, justamente sea ese el milagro, que la vida haya logrado evolucionar al
punto tal de tener plena conciencia de ello y de la singularidad de su presencia.
¿Será la nuestra una especie que al tomar conciencia de su pequeñez en el cosmos
advierta la importancia de su existencia?
La inteligencia, un privilegio del
que gozan pocas especies en nuestro pequeño mundo y de la que somos la única
que, por lo que sabemos, que se vanagloria de serlo, al
mismo tiempo que nos impulsa hacia el futuro nos hace extremadamente frágiles.
¿Sabremos estar a la altura del desafío que nos propone el universo?
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