Lo sorprendente de la magia es que cuando nos convence logra también invadirnos intensa, profundamente. Sabemos que lo que nos presentan nuestros sentidos no es real, pero los límites entre la realidad y la magia se han diluido a punto tal que nada puede ser real y, al mismo tiempo, todo es verdadero. En ciertas ocasiones el arte puede llevarnos a esos parajes que forman parte de lo cotidiano en los niños: los reinos mágicos. Esta imagen me remite a esos misterios provocados por transitar de ilusiones primordiales y de aventuras de la imaginación exacervada por el encantamiento que me propone el artista. ¿Que hay más allá de ese haz de luces que me rodea? ¿de donde viene y a donde va? ¿porqué me permite mirar su centro y a la vez su vacío? Tal vez las respuestas a mis preguntas solo puedan ser reveladas por la artista: instalación.
Recomendamos la lectura de los capítulos anteriores en este enlace La desagradable sensación de vacío que provocaron las consecuencias de la decisión del yo obligado a abandonar la habitación, marcando una clara diferencia con los yo que quedamos, siguió viva solo unos instantes. Las diferencias se hicieron más distantes, más definitivas y profundas. Ese yo éramos nosotros mismos enfrentándonos a las consecuencias de un error nimio que había provocado entre nosotros y él diferencias sutiles en los primeros momentos pero que luego fueron agigantándose en todo el transcurso de nuestras vidas. La vida de ese yo terminaría siendo completamente diferente a la nuestra, por lo menos eso nos mostraron las imágenes en la pared. En un primer momento parecía que ese incidente sería intrascendente, que no merecería más atención que un reto sin demasiada severidad pero para ese yo significó a partir de ese instante una realidad completamente distinta, ni mejor ni peor, ...
que lindo! me encanta la reflexión, super interesante!
ResponderEliminargracias!