Lo sorprendente de la magia es que cuando nos convence logra también invadirnos intensa, profundamente. Sabemos que lo que nos presentan nuestros sentidos no es real, pero los límites entre la realidad y la magia se han diluido a punto tal que nada puede ser real y, al mismo tiempo, todo es verdadero. En ciertas ocasiones el arte puede llevarnos a esos parajes que forman parte de lo cotidiano en los niños: los reinos mágicos. Esta imagen me remite a esos misterios provocados por transitar de ilusiones primordiales y de aventuras de la imaginación exacervada por el encantamiento que me propone el artista. ¿Que hay más allá de ese haz de luces que me rodea? ¿de donde viene y a donde va? ¿porqué me permite mirar su centro y a la vez su vacío? Tal vez las respuestas a mis preguntas solo puedan ser reveladas por la artista: instalación.
Todos los capítulos en este enlace A partir de ese momento todo fue un caos, en mi mente, al menos. Parecía obvio que eramos la misma persona o, cuando menos, cinco personas con exactamente la misma historia: mismos padres, mismos recuerdos, sensaciones, alegrías y disgustos. La imágen en la pared perduró mientras el intercambio de palabras y emociones dominaba la sala blanca. Que bien se sentía que otro, distinto a mi mismo, supiera con exactitud como me había sentido en cada una de las situaciones que recordábamos. Todo me producía una extraña sensación de seguridad al poder intuir los temores, los deseos y las alegrías de los que me rodeaban y que, supongo, ellos intuyeran los míos. La empatía fue total, profunda y reconfortante. Las palabras cobraban un significado perfecto, los gestos no dejaban lugar a dudas, las expresiones de los rostros no ocultaban nada. Recordar las situaciones que habíamos vivido maximizaba las sensaciones que había...
que lindo! me encanta la reflexión, super interesante!
ResponderEliminargracias!