“Estimado Christian, nada que pueda decirte describe la empatía que siento por este momento que te toca vivir. Se del vacío que se siente cuando nuestras madres nos dejan. Nada ni nadie puede llenarlo, todo lo que podemos hacer es intentar mitigarlo con el amor que nos dieron, el amor que les dimos, los recuerdos, las memorias. Súbitamente tomamos conciencia que esa consejera de última instancia, de la mirada intensa que nos daba tranquilidad, del halago simple y profundamente emotivo que tanto necesitamos, la dueña de nuestros recuerdos más lejanos, ya no podrá darnos ese amor desinteresado que tanto bien nos hacía. Se lleva el último vestigio de infancia que nos quedaba, de ahora en más seremos nosotros mismos los que deberemos enfrentar al mundo con la constante de su ausencia. El dolor y la tristeza se mitigarán solo con el recuerdo de esos pequeños momentos que, atesorados con pasión, continuarán iluminando nuestra vida.
Un gran abrazo,
José María”
Un gran abrazo,
José María”
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